SANTIAGO GIRON FERNANDEZ
Cuando yo era niño mi padre me contaba historias. No cuentos infantiles, historias que le sucedían en su trabajo o cosas que le pasaron en su infancia. Mi padre era minero. Vivíamos en una aldea en mitad de la sierra, que es lo mismo que decir en mirad de la selva, o del desierto, o del bosque, o del espacio exterior. La aldea se llamaba Los Guindos, como la compañía en la que trabajaba mi padre. De noche, acostado en mí cama, escuchaba aullar a los lobos.
Yo ya dibujaba antes de aprender a leer y escribir. Intentaba contar historias con aquellos dibujos. Historias de indios y vaqueros, de hombres que tenían que sobrevivir bajo tierra, de niños que luchaban contra lobos y serpientes.
De pequeño tuve que ir mucho al médico. Nos levantábamos temprano y cogíamos el autobús de La Carolina a Linares. Mi madre me compraba tebeos para que estuviese “sentadito y calladito” en la sala de espera. Eran del Capitán Trueno, del Jabato, del Corsario de Hierro… Yo quería dibujar así. Empecé a copiar aquellos dibujos. Lo hacía en cualquier papel que tuviese a mano. Hasta arrancaba las hojas blancas que había al final de los libros.
Nunca he dejado de dibujar. Hiciese lo que hiciese, siempre he encontrado la manera de seguir dibujando. En el transcurso de mi vida me fui cruzando con otros como yo. Con ellos construí asociaciones, publiqué fanzines, organicé talleres, creé editoriales, formé grupos de trabajo, siempre para dibujar historietas.
Trabajé como humorista gráfico para el Periódico de Ceuta, como director de arte para una agencia de publicidad y como animador sociocultural para los ayuntamientos de La Carolina y El Ejido. Me enamoré de Mayte, ella murió, me volví a enamorar de Cristina, me operaron de dos hernias de disco, me tuve que jubilar y fuimos a la India para adoptar a Sita y Mita.
El tiempo fue pasando. Dibujé más cómics y escribí historias para que otros las dibujaran, compañeros que lo hacían mejor que yo. Me asenté en El Ejido. Creamos la asociación DIABLO y el fanzine NPI, la asociación la Duna y el fanzine Versión Imposible. Luego llegó el Festicómic, un evento al que acuden más de 4000 personas cada año, y comenzamos a publicar a través de micromecenazgo y con editoriales a nivel nacional. Y así llegaron La Oveja Samurái, Evania, Garrido, Las fases de Luna, Las aventuras del pequeño Gustavo…
Un día mi padre murió. Nunca le dije que fue él quien hizo nacer en mí el deseo de contar historias.
Tengo 58 años. A veces, cuando me acuesto y apago la luz, justo antes de dormir, en medio de la oscuridad de mi cuarto, escucho aullar a los lobos.
Obra publicada en solitario:
-De perros y jabalíes (Asociación Cultural DIABLO, 2000)
-El extraño caso de la mujer carbonizada (Ediciones Traspiés, 2015)
Obra publicada en compañía de otros:
-Tartessos. La ruta del estaño (Almuzara, 2005)
-Tartessos. La espada de Crisaor (Almuzara, 2005)
-El guerreo místico (Asociación Cultural DIABLO, 2005)
-Horizonte Azul (FX Grafic, 2005)
-DESEHELE (Asociación Cultural DIABLO, 2006)
-Operación Gorrión (Lagartos editores, 2008)
-La Oveja Samurái (Ominiky, 2015)
-La Oveja Samurái. Bambú. (Ominiky, 2018)
-Evania (Soldesol, 2019)
-Garrido. Música de barrio. (Soldesol, 2020)
-Las fases de Luna. (Soldesol, 2020)
-Las vacaciones del ángel de la guarda. (Soldesol, 2021)
-Las aventuras del pequeño Gustavo. (Drakul, 2021)
Actualmente estoy dibujando una novela gráfica con guion de Manuel Martín Cuenca y color de Carmen F. Agudo y preparo las nuevas entregas de Garrido (con Jesús Rubio), Las aventuras del pequeño Gustavo (Con el sr. Curri) y la Oveja Samurái (con Fran Carmona).
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