¿Es para regalar?

27 marzo, 2014
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Hace bastantes años un el chico con el que tenía un rollete vino diciendo que le habían contado un chiste y le había recordado a mi. A saber:
– Oye, he conocido a una chica que es la monda, guapa, divertida, la mar de friki, le gustan los cómics, las consolas y las pelis de artes marciales
– Anda, mola, ¿Desde cuando sales con ella?
– ¡Qué dices tío! ¿De qué voy a salir yo con una tía tan rara?

Lamentablemente esto resume la mar de bien mi vida como friki femenina. Yo empecé en esto de los cómics a muy tierna edad, trasteando los Cimoc, Comix, 1984, Harakiri y material por el estilo de mi padre, con los Conan que me dejaba mi primo, los Manolo e Irene que le mangaba yo y con los sobres sorpresa que me compraba mi papá y en los que siempre venía un Jabato o un Capitán trueno. En mi casa reinaba la máxima de “si la niña quiere leer eso que se lo lea” y no se me prohibía el acceso a nada impreso así que crecí feliz rodeada de Manara, Jodorowsky, Azpiri, Moore, Somher, Moebius, Segrelles y un largo etcétera.

Mercenario de Segrelles
Mercenario de Vicente Segrelles

Hasta la adolescencia no caí yo en la cuenta de que eso no era lo habitual. Ninguna de mis amigas leía cómics, más allá de un Mortadelo esporádicamente y ni de coña conocían a los autores que a mi me resultaban tan cercanos. Ni mis amigos, ya que nos ponemos a eso.
Total que por obra del destino y las hormonas en una de esas me salieron tetas y ya mi rareza subió a nuevas cotas. Yo me iba a una tienda de cómics bien feliz, era la única mujer a la vista y empezaba a notar susurros y miradas clavadas en el cogote que me hacían sentir la mar de incómoda. Aunque el tendero no parecía mucho más a gusto cuando iba a pedirle cosas, la verdad.
Gracias a TV3 que nos trajo Bola de drac (Dragon Ball) y el pelotazo que fue esa serie de golpe, en mi entorno, estaba bien eso de leer cómics, incluso para las chicas. Pero ojo, manga y si puede ser de esos en que salen niñas con los ojos más grandes que los pies y sujetando varitas mágicas. Cuidado que yo no tengo nada en contra del manga, me encanta y me parece genial que abriera una puerta al mundo del cómic para muchas chicas pero me jode que me encasillen.
Así que ya no siempre era la única chica que había en la tienda de cómics pero si la única que no llevaba alas u orejas de gato y que si se compraba manga tiraba más de cosas como Akira, Apleseed o 3×3 ojos.

(Inicio modo abuelo cebolleta: va tías, ¿En serio? ¿Alitas y orejas de gato? ¿WTF? Fin modo abuelo cebolleta)

Con el andar del tiempo me fui metiendo en internet y juntándome con otros aficionados a los cómics y hasta hacíamos quedadas. Aunque encontré gente maravillosa a los que considero de mi familia también conocí gente (tíos) bastante idiotas. Su proceso al relacionarse conmigo siempre seguía unas pautas muy concretas:

  1. Me trataban con suficiencia como pensando “Mira esta niña, se cree que sabe de cómics, pobrecilla”
  2. Descubrían que sí sé de cómics y empezaban a mirarme muy raro
  3. Me despojaban de todas mis características femeninas y me trataban como a un colega más.

Una cosa que me daba especial rabia durante esta época es que todos mis amigos frikis me decían lo mucho que molaba una tía como yo y que querían una novia con mis mismas aficiones y yo seguía solterísima. Aunque no todos los frikis son así, como prueba tengo pareja y hasta me he casado.

Hoy en día me alegra poder decir que la cosa ha cambiado mucho (o la que he cambiado he sido yo, a saber). En las tiendas ya no te miran raro cuando vas a comprar cómics aunque te lleves cosas poco habituales e incluso ¡Hay tenderas! Cada vez hay más chicas que se interesan por la industria y que disfrutan de todo lo que este formato puede ofrecer. Da gusto ir al Saló del còmic y ver por ahí tanta fémina, de distinta edad, gustos y catadura pero fémina al fin y al cabo.

No considero que el mundo del aficionado al cómic esté normalizado todavía pero sí creo que vamos camino de ello, es una cosa que tenemos las mujeres, que nos infiltramos en todas partes. Lo que no ha cambiado en todos los años que llevo comprando cómics es la frasecilla que tengo que oír siempre cuando voy a pagar “¿Es para regalar?

¡Pues no oiga, es para consumo propio!

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Autora: Laia Velázquez Como habéis visto, Laia es una gran lectora y conocedora del cómic desde su más tierna infancia. Pero es además la prueba viviente de que no sólo de cómic vive el hombre (o las mujeres) os invitamos a que conozcáis una de sus grandes pasiones (y eso que tiene muchas), la cocina. Ahora se ha embarcado en un maravilloso proyecto gastronómico, que consiste en adaptar recetas y repostería a las necesidades de personas con problemas alimentarios como las alergias, entre otros. Nosotros tenemos la suerte de formar parte del club de selectos catadores. Os invitamos a visitar su blog Galetones y a seguir sus consejos culinarios en @GaletonesEU