SATANELA, juegos de espejos

21 octubre, 2021
Compartir

En una de las escenas de Satanela, el protagonista masculino, Diego Felgueroso, descubre a un siniestro vidriero que extrae de su horno una pasta de vidrio que, al fundirse, acaba por transformarse en un espejo. El reflejo del cristal revela a Diego que su cuerpo ha sido ocupado por un extraño. El espejo ha sido utilizado como símbolo por el arte y la literatura en todas las épocas. El ser humano se ha enfrentado a su propia imagen como fuente de conocimiento o en busca de su propia identidad, pero lo que se encuentra al ver su reflejo es una imagen invertida, que a menudo revela los rincones más oscuros de su alma.

En ocasiones los espejos son puertas a otros mundos. El ejemplo más famoso es el viaje de Alicia en la novela de 1871 A través del espejo y lo que Alicia encontró allí. Lewis Carroll describió brillantemente los paralelismos de este mundo fantástico al que se accedía a través del cristal de un espejo. Aunque la puerta de acceso al antimundo de Satanela no sea un espejo, el vidrio es el hilo que conecta a sus habitantes con sus antiguas vidas. El concepto “antimundo” fue ideado por el filósofo pitagórico Filolao, quien defendía un modelo no geocéntrico del universo, donde existiría un antimundo alineado con la Tierra y en el mismo periodo de revolución. Como ocurre en la otra dimensión de Satanela, el antimundo pitagórico sería invisible desde la Tierra, pero no por ello dejaría de estar ahí, presente, como un reflejo oscuro de nuestra realidad.

Otras veces el espejo resulta inquietante por mostrarnos a un extraño. La dificultad de reconocernos en nuestra propia imagen ha sido explorada en ejemplos tan notables como la novela de Oscar Wilde El retrato de Dorian Gray, publicada en 1890, donde el protagonista conseguía la inmortalidad transfiriendo su vejez a un retrato. Con mucho más humor, pero resultados igualmente insólitos, Harpo Marx jugó a ser el reflejo de Groucho en una de las escenas más divertidas de la obra maestra del humor surrealista Sopa de ganso. Ya a finales del s. XIX el “inconsciente” era un término en boga. Había sido acuñado por Henri Amiel en 1860, ocho años antes de que el científico Eduard von Hartmann publicase su obra Filosofía del inconsciente. Sigmund Freud lo interpretaría de forma dinámica, con sus propias leyes y energía. Ese reconocimiento de lo ajeno en uno mismo ha dado lugar a lecturas inquietantes sobre el peligro de dejar aflorar el primitivismo latente en el ser humano. Frente a la frágil capa que supone la civilización, el lado primario puede llegar a apoderarse de la conciencia del Hombre, como ya recogió el folclore europeo en figuras como la lamia o el hombre lobo. La mitología en torno a esa dualidad ha dado lugar a obras tan importantes como El lobo estepario, de Hermann Hesse, o El Lobo-hombre, de Boris Vian, aunque probablemente el ejemplo literario más notable sería El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, escrita por Robert Louis Stevenson y publicada por primera vez en 1886. El dualismo entre Jekyll y Hyde serviría de modelo para uno de los personajes más populares de Marvel Comics, el dr. Bruce Banner quien, tras ser expuesto a las radiaciones de los rayos Gamma, se transforma en el brutal Hulk en los momentos más inoportunos. En cualquier caso, la duplicidad de personalidad está presente en la mayor parte de superhéroes desde Superman, gracias al ardid argumental de la identidad secreta. Uno de los ejemplos más notables es el de Batman, personaje en el que se expresa con tanta intensidad el trastorno de identidad disociativa que a veces cuesta distinguirlo de villanos como Dos Caras. Uno de los primeros ejemplos femeninos de esta dualidad lo encontramos en el serial de 1915 Les Vampires, donde la artista de cabaret Irma Vep se disfrazaba de vampiresa nocturna para escalar los tejados de París y desbalijar a los ricachones de la capital francesa. La protagonista de nuestro cómic, Satanela, comparte profesión con Irma Vep, pero tras su seductora apariencia esconde algo más siniestro; una criatura primigenia, capaz de los actos más terribles.

Tan inquietante como descubrir algo desconocido en uno mismo resulta hallar nuestra propia identidad en otra persona. El folclore y la literatura fantástica han tratado de dar explicación a fenómenos místicos o sobrenaturales como la bilocación mediante la figura de un doble fantasmagórico, denominado con el término alemán doppelgänger, compuesto por los vocablos “dopple” (“doble”) y “gänger” (“andante”). La figura del gemelo malvado proviene del folclore europeo. Para la mitología nórdica ver al propio doppelgänger era un augurio de muerte, aunque no sería hasta la llegada del Romanticismo cuando el doble adquiriría el halo misterioso que conserva hoy en día.

La literatura ha utilizado frecuentemente el recurso del gemelo malvado. Fiodor Dostoievski lo abordaría en su obra El doble, mientras Poe lo relacionaría con la voz de la conciencia en su relato William Wilson. Los latinoamericanos Julio Cortázar y José Saramago lo retomarían en sus obras Rayuela y El hombre duplicado, respectivamente. La segunda sería llevada al cine en 2013 por el director Denis Villeneuve. El séptimo arte también ha invocado al doble en varios filmes notables como Tinieblas, de Basil Dearden, Inseparables, de David Cronenberg, o Hermanas, de Brian De Palma. El realizador Joseph Losey haría lo propio en dos de sus mejores largometrajes: El sirviente y El otro Sr. Klein. En Satanela, Diego descubre que su cuerpo ha sido usurpado por un extraño y desde ese momento su obsesión será recuperar su identidad.

No son las de Satanela y Diego las únicas dualidades del cómic. Satanela es una novela gráfica marcada por los juegos de espejos, poblada por personajes que encuentran en las sombras a su contrapartida siniestra. El antimundo está gobernado por dos seres fantásticos, el vidriero y el titiritero, que habitan, respectivamente, el palacio más majestuoso y la casa más modesta de aquella dimensión. El antimundo está a su vez habitado por seres divididos, cuya mayor condena es la pérdida de su propia unidad. En esta dimensión siniestra la señorita Erustes sirve de guía, mientras en la ciudad encontramos a otra mujer igualmente inquietante que ejerce de espiritista, la señora Bocanegra. Estos son algunos ejemplos del dimorfismo del cómic. Os invitamos a adentraros en el mundo de Satanela y descubrir el resto… Aunque al hacerlo tal vez pongáis en peligro vuestra propia identidad.

Artículo de Alfonso Bueno López, guionista del cómic Satanela