Juan Alcudia

Juan Alcudia

Juan Alcudia, Elchinodepelocrespo

«[…] cuentan que en el Este, vive un dendrita al que se conoce por el sobrenombre de “elchinodepelocrespo”.
Habita desnudo en el tronco de un platanero y nunca lo abandona excepto para hacer de cuerpo. Se alimenta de las hierbas silvestres y raicillas que le quedan a mano. Cuando llueve, eleva la cabeza al cielo con la boca abierta y de este modo sacia su sed. Emplea el tiempo en grabar caracteres en el tronco del platanero con una garra de mantícora o con su propio uña, si carece de la primera.
Aquellos que lo han visto aseguran que tiene una barba de raíces que le alcanza por debajo de la cintura y que el cabellamen, que le cubre la espalda entera, se asemeja a las crines de los caballos árabes.
Otras fuentes afirman, por dudoso que parezca, que por la noche recorre las frías estepas en compañía de una jauría de lebreles abandonados y que juntos causan muchos estragos.
Cuando acusa las embestidas de su tormentosa vida interior, elchinodepelocrespo deja el platanero y emigra a otro, cuanto más alejado mejor, en pos de la ansiada apatheia.
Es entonces cuando el curioso puede introducirse en el tronco, ya vacío, y leer, con paciencia y mucha dificultad, aquello de lo que los caracteres inscritos metódicamente en la madera durante meses, si no años, dan cuenta: los sueños que el asceta tuvo, las muchas vidas que imaginó, preciadísimos recuerdos de infancia, y todo aquello que lo movía a la risa o al llanto. Dicho de modo escueto, historias».

Del bestiario de Otón de Frisinga (siglo XI).

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