Javier Marquina nos habla de BALAS DE PUNTA HUECA

30 marzo, 2022
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balas de punta hueca es tan peligroso como jugar con mágia negra

“Escribe una historia de amor”, me dijeron. Háblanos de ternura, redención y romanticismo. Desnúdate y déjanos ver que tienes corazoncito… Y eso es justo lo que hice. A mi manera, claro. Quizá esta historia de magia, mafiosos de todo tipo y mercenarias que molan más que la vida pueda no parecerlo, pero ‘Balas de punta hueca’ va de amor y redención. Lo juro. Vale, el romanticismo no entra en la ecuación, pero no se le puede pedir peras a un olmo, y en ese sentido soy el olmo más olmo de la historia de la humanidad. Tengo una imagen de macarra que mantener, ya me entienden. Quizá nadie en su sano juicio pensaría en Kami y QC, las dos heroínas de este recorrido trepidante por la parte más chunga de Nueva Vegas, como las protagonistas de una película de Hugh Grant, pero cuando leáis el cómic, tendréis que reconocer la poesía inherente que existe en esa forma de rebanar cabezas y descerrajar tiros en el centro de la frente. Qami y KC son letales, gráciles y aman su trabajo. Bichos raros en un mundo en el que todo funciona con hechizos, objetos encantados y dinero. Ellas son el ejemplo perfecto de que la habilidad es importante, y por mucho que pagues billones por un cetro milenario imbuido del poder de la negrura absoluta, si no sabes moverlo con gracia, lo más seguro es que mueras antes de poder desencadenarlo. Por imbécil. 

Este es además, mi primer cómic con Víctor Camacho, dibujante superlativo, tatuador superestrella y buena gente en general, que es lo que más valoro de todo. Es también su primer trabajo largo, con todos los dolores, sufrimientos, dudas y tentativas de suicidio y asesinato que ello conlleva, pero creo que es la puerta a uno de esos dibujantes con todo por hacer en el futuro, de los que darán mucho que hablar. Plástico, espectacular, dinámico y grotesco, era la elección perfecta para contar esta historia de personas que se encuentran y se hacen daño, mucho daño, un daño de cojones, porque el amor, queridas y queridos, DUELE. 

Por último, pero no menos importante, el color de Ruth O’Leary, un alma de luz que vino a rescatarnos con sus colores cuando todo parecía perdido. Sin Ruth nada de esto habría sido posible, así que el agradecimiento lo medimos en el número de páginas coloreadas con ese gusto pictórico exquisito y esa comprensión felina de los ambientes. Además toca la guitarra de morirse en un grupo de rock. Cómics y rock. CÓMICS Y ROCK… Lo dicho. Ruth es perfecta. 

Poco más os puedo decir de ‘Balas de punta hueca’. Será que no me gusta destripar mis propios cómics, que luego llegáis ya con la sorpresa vendida y las cosas no son lo mismo…

Lo que tengo claro es que si queréis pasar un rato frenético acompañados de unos dibujos bestiales, TENÉIS QUE COMPRAR ESTE CÓMIC, porque de eso va esta extraña mandanga del mundo del tebeo…

Artículo de Javier Marquina, guionista de Balas de punta hueca.

Os invitamos a leer aquí las primeras páginas del cómic.