“Si los artistas de las cuevas Altamira hubieran hecho hoy en día webcómics, los habrían pintado directamente sobre la pantalla del ordenador”
Llevaba medio artículo escrito cuando me encontré con una grata sorpresa, Daniel Bartual acababa de publicar en la web “Características y evolución del webcómic en EEUU y en España” y Daniel Gómez Salamanca subía a la red su tesis doctoral “Tebeo, cómic y novela gráfica”. Debéis saber que desde hace muchos años, en España, el estudio sobre el fenómeno “tebeístico” cojea por la falta de nuevos investigadores, de ahí que sea refrescante encontrar a una persona como Bartual o Gómez Salamanca, inmersos de lleno en la investigación de este medio y recogiendo el testigo dejado por teóricos e historiadores como Román Gubern, Jesús Cuadrado, Juan Antonio Ramírez, Antonio Lara, Luis Gasca o Antonio Martín.
En este articulo no me voy a meter en disquisiciones teóricas ni históricas sobre los orígenes del cómic o del webcomic, mi enfoque sobre el tema ira en otra dirección, mas personal, como autor de webcomics que soy y que sufro de primera mano.
Los cómics y webcomics ¿subcultura?
Se nos olvida a menudo, que los factores histórico-sociales en la evolución del medio “tebeístico” entre España y Estados Unidos son bien distintos, y que a pesar de darse en ambas el fenómeno webcomiquero (con más o menos 10 años de diferencia) y compartir similares características, cada una se ha ido, de distinta manera, adaptando a las necesidades sociales, culturales y editoriales de sus respectivos países.
Nadie hoy en día duda que Estados unidos es un país con una gran y próspera industria del cómic (sobre todo gracias a la re-alimentación (feedback) de esta última década, tema del que ya hablaré en otro artículo) y cuyas publicaciones gozan de una gran aceptación y prestigio social (Noveno Arte). Sin embargo en España, la industria del cómic está inmersa en una crisis desde hace más de 30 años, tanto a nivel de industria como a nivel de valoración social. Y es precisamente bajo este contexto que hay que estudiar el fenómeno de los webcómics en nuestro país.
Los webcómic ¿los nuevos fanzines?
Una de las consecuencias que trajo la crisis del cómic, durante la década que va de 1995 al 2005, fue la casi extinción de autores españoles del mercado, debido en parte, a que era más económico adquirir los derechos de cómics extranjeros que producir uno patrio. A causa de esta situación, nos encontramos con un amplio stock de autores, con una excelente formación, esperando una oportunidad para meter cabeza en esta industria. Y es en este panorama tan desolador donde se produce la aparición de los primeros webcómics españoles (Los cuatro elementos de Javím y Víctor Eme, El listo de Xavier Ágreda, La legión del espacio de Alfredo Álamo y Nacho Martí que fue sustituido por Fedde Carroza…) y de Wee, una comunidad que alojan listados de webcómics en lengua hispana para darles una mayor difusión. Gracias a la buena acogida que tuvo en nuestro país la aparición de estos primeros webcómics, se produjo, a partir de 2005, todo un boom en este tipo de publicaciones.
Debido a este boom y a la gran dispersión de los webcómics por la red, aparecerían lugares de alojamiento como Subcultura, elwebcomic.com o Amilova (que además de alojarlos los traduce a distintos idiomas) cuya principal función es agilizar y reducir las búsquedas de los lectores y simplificar el trabajo, tanto en difusión como en diseño, a los autores que tienen sus proyectos alojados en ellos.
El bajo coste del medio, la libertad en contenidos y las posibilidades de experimentación, convierte este tipo de publicaciones en el escaparate perfecto para cualquier autor, permitiéndose mostrar al mercado editorial su trabajo. Y es en este punto donde podemos afirmar que, si bien es cierto que en sus inicios existen claras similitudes con las características de los fanzines, la cada vez mayor profesionalización del medio (Caniculadas, El heptágono de las Bermudas, Polar…), las posibilidades de ingresos económicos a través de publicidad, donaciones o venta del propio cómic en formato digital (Enchantae de Jordi Bayarri) o en papel (El Vosque de Sergio Sánchez Moran y Alicia Güemes, Las crónicas Psn de Andrés Palomino…) y la gran difusión que permite la red, lo han ido alejando de aquellas publicaciones minoritarias y poco profesionales.
Los webcómics, ¿el futuro del medio?
En este contexto de crisis actual del medio y con una industria que vive una extrema dependencia de la compra de derechos en el extranjero, podemos asegurar que los webcómics han venido a minimizar el riesgo editorial que supone publicar un cómic de factura patria, ya que desde el principio la editorial dispone una clara idea de la proyección mediática que tiene dicho webcómic en Internet y de la cantidad de posibles compradores que podría tener, en caso de llevar a cabo su publicación en papel (Miau de José Fonollosa, Conejo Frustrado de Mike Bonales, Rip de Aitor I. Eraña, El Joven Lovecraft de José Oliver y Bartolo Torres, Runtime-Error de Juanjo Escofet, El niño que ama la crema de espárragos de Tony y Miguel son claros ejemplos); o incluso la propia editorial puede llegar a, viendo el tirón que tienen algunos autores, realizar una pre-publicación en Internet como mera promoción de la edición en papel (como podría ser el caso de ¿Donde está el guionista? De Alex Roca y Andrés Palomino).
De esta manera, infinidad de autores, de distintas temáticas y estilos, han ido realizando webcómics buscando su hueco. Publicaciones como Spooky (Alex Muñoz), En clase no se dibuja (Pedrojota Cifuentes), ¡Eh, tío! (Morán), Piratas ( Manu Huertas), El sistema D13 (Joan Tretze), Vaya Juventud (El Flores), Con Dos tacones (Miquel Casals), Por arte de Byrli&birloque (Gonzi Diaz), Un respeto a las canas (Raúl Salazar) , Pedro y el Lobo (Mike Franco), Sinergia sin control (Ender Wiggins), Nico & Co (Antonio Correas), Litos y sus Odiolitos (Carlos Cuesta), Vicentico (Karlos Kartoon), Los subconscientes (Descataloga2), Caos y entropía (Mr_S), Aquí huele a cerrao (Pechu), Caleorn (Rhiad y Kalantrael), O video o tele (Ovi-One), pollito wars (Rothstein y Clara2g) o Pequeños tiranos (John Wheel) son solo algunos casos de webcómics españoles que circulan por la red.
Podríamos añadir a modo de conclusión que la aparición en estos últimos años de empresas de crowfunding han permitido que cada vez más autores se atrevan a lanzarse a una autoedición en papel de sus propios webcómics (Andrea, una chica down, Cargols) o que Editoriales puedan hacer frente a los costes de producción y edición de este tipo de producto (Chica de serie B) al estilo de la Francesa Sandawe.
Andrés Descataloga2